lunes, 9 de abril de 2012

Nacionalismo o Cosmopolitismo




Ideologías detrás del reclamo de las Malvinas
POR ANDRÉS ROSLER PROFESOR DE FILOSOFIA DEL DERECHO (UBA / CONICET)



La renovación del reclamo argentino de soberanía sobre las Malvinas ha despertado una sana preocupación de raigambre republicana y/o liberal por el rebrote nacionalista que tal reclamo suele provocar.

Por nacionalismo se suele entender a la ideología que defiende la homogeneidad cultural, lingüística y étnica de un pueblo y que por lo tanto se opone a toda diferencia. De ahí que el patriotismo republicano parezca ser un antídoto natural, ya que se caracteriza por defender valores políticos antes que culturales: las instituciones, la libertad, la lucha contra el despotismo y la corrupción.

Ahora bien, creer que el nacionalismo está necesariamente en las antípodas del patriotismo republicano olvida en primer lugar que a juzgar por la denominación oficial de nuestro país (“República” o “Nación” Argentina) no existe ninguna diferencia entre ambos. En segundo lugar, es indudable que en nombre del nacionalismo se han cometido grandes atrocidades. Pero las cometidas por el republicanismo y el liberalismo no le van a la zaga (piénsese, por ejemplo, en Roma y en Gran Bretaña respectivamente), y sin embargo, con razón, no por eso nos deshacemos del republicanismo o del liberalismo.

El talón de Aquiles del nacionalismo parece ser la idea de la identidad nacional . Pero la identidad nacional no es un unicornio, ni tampoco un fenómeno natural, sino que simplemente se refiere a una comunidad política particular de personas que actúan en conjunto y que se proyectan en el tiempo merced a cierta idea de continuidad histórica habitando cierto espacio. Además, la identidad nacional puede y debe ser puesta en duda , tal como nos suele suceder a los argentinos que nos la pasamos preguntándonos quiénes somos – aunque la existencia misma del debate precisamente supone que existe algo así como una identidad nacional.

En realidad, la identidad nacional bien puede exigir una concepción republicana de ciudadanía y de democracia. De hecho, solemos olvidar que el nacionalismo nace de la mano del republicanismo y del liberalismo. En efecto, Ernest Renan en ¿Qué es una nación? en 1882 describía precisamente a la nación en términos distintivamente republicanos tales como ciudadanía y patria, y famosamente en términos liberales como “un plebiscito cotidiano”. Dicho sea de paso, Renan creía que la nación, francesa en su caso, terminaría ineluctablemente formando parte de una unión regional (Europa).

Por lo demás, las soluciones al problema de la soberanía sobre las Malvinas distan mucho de ser cosmopolitas. Sea que queden en manos de Gran Bretaña o de nuestro país – o incluso la extravagante propuesta de que queden en manos de los isleños – en todos los casos la solución continúa siendo nacional.

Insistir en que toda invocación nacionalista contamina el reclamo argentino sobre las Malvinas supone creer que hay algo en el nacionalismo argentino que lo hace congénitamente defectuoso y que le impide ser republicano, celoso de la libertad y la virtud cívica, y/o liberal, celoso de los derechos de sus habitantes. Por alguna razón, los argentinos solemos creer alternativamente que somos los peores o los mejores. Como suele pasar, la verdad se encuentra en algún lugar en el medio.

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