domingo, 21 de junio de 2015

FAKQ (preguntas kirchneristas frecuentemente formuladas)



Debido a los sucesos ocurridos en los últimos días en ocasión de las últimas novedades acaecidas a raíz de las PASO, a no pocos les ha costado entender lo que a primera vista parece ser un mero giro oportunista por parte del kirchnerismo (aunque no exclusivamente). Es precisamente por eso que se nos ocurrió que esta entrada podría contribuir a esclarecer los últimos acontecimientos apelando a la dialéctica clásica, i.e. en la forma de unas pocas y simples preguntas y respuestas. Después de todo, no es casualidad que el sempiterno diálogo Politeia de Platón haya sido traducido en las lenguas que derivan del Latín como República.

- ¿Scioli es un topo menemista de Magnetto o “el continuador del proyecto”, como reveladoramente lo ha designado hace poco el recientemente designado candidato a la Vicepresidencia para acompañarlo?
Si bien en entradas anteriores habíamos sugerido que Scioli era el candidato del Diablo (el Partido del Diablo), i.e. el candidato de Magnetto, les debemos a nuestros lectores un mea culpa: la reciente decisión presidencial de consagrarlo como candidato del proyecto nacional y popular muestra que se trató de un grave error de nuestra parte. Scioli siempre fue el candidato del pueblo. Que haya habido gente, muy poca por lo demás, que haya creído otra cosa, francamente es inexplicable y/o una típica artimaña de Magnetto para desviar nuestra atención mientras Magnetto infiltraba a quien resultó ser su verdadero topo.

- ¿Entonces Randazzo...?
Quienes creen que Randazzo es un traidor ingrato, desleal a la Presidenta, se equivocan. Otro tanto sucede con los que se creen graciosos y comparan al kirchnerismo con 1984 de Orwell (mil novecientos ochenta y kuatro). En efecto, Randazzo jamás fue peronista y por eso no pudo haber sido desleal o traidor, sino que siempre fue la imagen especular de Scioli. Magnetto nos hizo creer que Scioli era su topo para confundir al pueblo, y por momentos a la mismísima Presidenta de todxs lxs argentinxs, y de esta forma lograr que Randazzo estuviera a punto de convertirse en el candidato del proyecto, de este modo ganar las PASO con holgura y finalmente arrasar en las elecciones nacionales. Aclaramos este último punto porque la derecha, típicamente, nos quiere hacer creer que la decisión presidencial de ungir a Scioli se debe a un cálculo electoral, como si Randazzo tuviera la culpa de no atraer votos, y no a motivos ideológicos, y/o nos quieren hacer creer que alguna vez hubo dudas acerca de si Scioli era kirchnerista. Indudablemente, Magnetto estuvo muy cerca de lograr su objetivo, pero finalmente subestimó a la capacidad de la Presidenta.
Por lo demás, incluso la mera posibilidad de considerar que Randazzo es o fue alguna vez siquiera peronista es un insulto a la inteligencia (y que, dicho sea de paso, no está a la altura de las otras jugarretas de Magnetto, como la de hacernos creer que alguna vez fue aliado del Gobierno). Ningún peronista verdadero antepondría un proyecto personal más allá de su líder. Scioli entiende esto perfectamente, y he ahí su decisión; Randazzo no, voilà. Además, Aníbal Fernández fue muy claro cuando adujo en público que la conducción tomó una decisión y el rebaño no discute más. Se terminó. ¿Es acaso concebible que alguien pueda ser peronista sin haber entendido que primero viene la Patria, segundo el Movimiento y tercero los hombres, y si hace falta las mujeres, llegado el caso?

- ¿Entonces para el peronismo la conducción siempre es infalible?
Se nota que el que formuló la pregunta no es peronista. Parafraseando a Duns Scoto, “por qué la voluntad de Cristina quiere esto, no tiene otra razón que la voluntad de Cristina es la voluntad de Cristina” (Opus Oxoniense I d. 8 qu. 5 a. 3 n. 24: "quare voluntas voluit hoc, nulla est causa, nisi quia voluntas est voluntas"). Es por eso que por encima de Cristina no existe estándar alguno, es su voluntad la que decide cuál es el estándar y, por supuesto, cómo se aplica dicho estándar. Todo lo que hace y dice Cristina es necesariamente correcto. Quienes creen otra cosa, como por ejemplo que la política consiste en la deliberación participativa basada en razones, en el fondo son partidarios del intelectualismo tomista, o, lo que es peor, creen que Cristina no es divina.

- ¿Es posible que la familia Kirchner no haya agotado su contribución a la política nacional, sino que siga produciendo vástagos que estén a la altura de sus progenitores?
La pregunta tiene un aire ligeramente impertinente, pero la ha respondido Aristóteles hace mucho tiempo, para quien un pueblo puede ser perfectamente capaz de producir “una familia que descuella por su aptitud para la dirección política” (Política, 1288ª8-9, traducción de Julián Marías, p. 106), y para semejante pueblo sería adecuado tener una monarquía. Nosotros, sin embargo, tenemos el mejor de los mundos: una democracia que elige a los mejores.

sábado, 6 de junio de 2015

El Partido del Diablo



Debemos comenzar invocando la benevolencia de los lectores, ya que hace tiempo que la redacción del blog no publica nada. De hecho, se puede apreciar a simple vista que el pasto del blog supera la altura de las paredes del baldío. Semejante estado de cosas es el resultado de una suma de factores, aunque la razón principal es que todo miembro del equipo de La Causa de Catón al ingresar toma un juramento que le exige no repetirse. Como el kirchnerismo, que domina la realidad política argentina, no hace sino repetirse constantemente, es casi imposible comentar dicha realidad manteniéndose fiel al juramento.

Ahora bien, hay un fenómeno que ha sido percibido por muchísima gente pero que no ha sido explicado por nadie, al menos hasta donde nosotros sabemos. Se trata de la muy curiosa situación de Daniel Scioli dentro del kirchnerismo. De ahí que Capitanich (¿qué se hizo de él?) en su momento, Julián Domínguez, Randazzo, etc., están convencidos de que Scioli es un arma del Diablo (a esta altura, suponemos, no hace falta aclarar qué, o quién, o cuál es el Diablo). La pregunta, sin embargo, es por qué algunos todavía creen, equivocadamente, que Scioli en realidad es kirchnerista, i.e. está con Dios (a esta altura, suponemos, no hace falta aclarar qué, o quién, o cuál es Dios).

Por increíble que parezca, no es la primera vez que semejante error tiene lugar. En efecto, como explica Stanley Fish, en un contexto en el que el héroe (o anti-héroe: como se puede apreciar, se trata sorprendentemente de la misma situación que nos ocupa ahora) de la obra convoca a los ángeles rebeldes a los que acaba de liderar hacia una derrota desastrosa, la voz épica o “en off” de John Milton en el Paraíso Perdido “se asombra ante la perversidad y la estupidez” de la adoración por parte de multitudes de mujeres y de hombres de “figuras sombrías”. Y dicho asombro está expresado “en una única y despectiva línea” del excelso poema de Milton: “Y Diablos para adorar como Deidades” (I.373). El mensaje es muy claro:


“por razones que la voz épica apenas puede desentrañar multitudes de hombres y mujeres serán incapaces de notar la diferencia entre diablos y deidades, y se inclinarán ante los primeros a expensas de las segundas. ‘¿Cómo pueden ser tan estúpidos?’ pregunta implícitamente la línea, pero al mismo tiempo, los aspectos formales de la línea proveen las respuestas a su propia pregunta implícita. Pues si lo asombroso es que la gente toma diablos por deidades, tanto los ritmos como el patrón aliterado de la línea imitan al y participan en el mismo error. No solamente son los diablos y las deidades equivalentes en sílabas; también son equivalentes en la posición de los sonidos de las vocales y en la posesión conjunta de la consonante inicial ‘D’ y además están vinculadas en la línea por una estructura especular de sonido—‘para adorar como’—que repite y profundiza las similitudes que llenan una línea cuyo sentido insiste en la diferencia. Aquí hay una cosa que hace la poesía: dice dos cosas opuestas en la misma línea. Dice ‘la diferencia entre diablos y deidades es enorme, y ¿cómo se les pudo haber escapado?’. Dice ‘La diferencia entre diablos y deidades es tremendamente difícil de discernir porque en la superficie… los dos se parecen mucho’. En resumen, la diferencia es obvia y fácilmente se nos escapa” (Versions of Anti-humanism, p. 24).  


Por otro lado, no hay que olvidar que hubo gente como William Blake que creyó que Milton también “era del partido del Diablo”, aunque, curiosamente, para Blake semejante afirmación estaba muy lejos de ser un reproche, sino que era precisamente un elogio. Para otra oportunidad quedará el análisis del muy revelador segundo nombre del ex Jefe de Gabinete.

La conclusión es que solamente un científico especializado en cohetes podría haberse dado cuenta de que a pesar de que Scioli no solamente está con el modelo desde su mismísimo comienzo (como vicepresidente y gobernador de Buenos Aires) y se ha convertido en su arma electoral más poderosa, en el fondo no está con el modelo. Y ni siquiera un científico especializado en cohetes, tampoco Néstor o Cristina, podrían haberse dado cuenta de que fue el mismísimo Diablo el que infiltró a Scioli en el modelo, tratándose quizás de la mejor de todas las artimañas que el Diablo haya puesto en práctica contra el gobierno del pueblo. Si este ángel se cae también, después no digan que no les habíamos avisado.